viernes, 8 de noviembre de 2013

La Pianista


Decididamente una de las mejores prosas que he disfrutado últimamente: La Pianista, de Elfriede Jelinek; una historia truculenta que transcurre en la Viena del siglo XX. El lenguaje tiene una densidad metafórica que te envuelve y te engancha sin remedio; una lectura desgarradora e instantánea. No puede dejarte indiferente.
Muy recomendable.




Allí hay una casa que pertenece a una familia de origen campesino y que disfruta de ingresos que eluden de los impuestos; ésta ha sido organizada con el buen fin humanitario de atender a los dementes y administrarlos con propósitos de explotación pecuniaria. De este modo la casa no sólo beneficia a una familia, sino que sirve al recogimiento de muchos, muchos trastornados, y los protege de sí mismos y de los demás. Los pupilos pueden elegir entre hacer trabajos manuales o pasear. En ambos casos están bajo control. Pero hay que hacerse cargo del subproducto de los trabajos manuales, de los desechos, y los paseos no están exentos de riesgos (fugas, mordidas de animales, heridas); el buen aire del campo es gratis. Cada uno puede respirar cuanto quiera y necesite. Cada acogido paga una suma considerable a través de su curador legal para ser admitido y poder permanecer, lo que además cuesta un sinfín de propinas, según el grado de dificultad y suciedad del paciente. Las mujeres habitan la segunda planta y la mansarda, los hombres la planta baja y el ala lateral, que oficialmente ha dejado de llamarse garaje remodelado porque es una pequeña casa bien acondicionada, dotada de agua fría y un techo que gotea. No se pueden exponer los coches al moho y la mugre, fuera están mejor. A veces también la cocina acoge a alguno que se acuesta entre cajas llenas de ofertas especiales y lee a la luz de una linterna.


Elfriede Jelinek
La Pianista (1983)

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