miércoles, 8 de diciembre de 2010

Sol de Otoño (I)


Fotografías: Jorge Panizo



Esquinando un vivo paseo
habita un niño,
un arbolillo fresco
de ramillas rubias,
luengas;
un sauce de otoño,
libertino;
embuste de la mirada;
aparición a mis ojos.

Piénsame
porque te estoy soñando.

He declarado abierta
la primavera temprana,
dueña soy de esta locura.
Anhelo de todo.
Una bendición
para mi saciedad.

Estrellas de polvo rojo
el aroma del aguamiel a tu paso.
Sol de encinas nuevas,
arderas en el piso de mármol.

Cien olores incendiarios
inconsumibles
inventé para ti
en un segundo.
Y en tu perfil,
con la yema de los dedos
húmedos,
darte agua a los labios,
niño,
esos labios míos
que no me conocen.


Kayele 
(Verde Crisálida, IV)

*


Un canto de mármol
que cae en la arena
de un desierto,
y la salpica
y la recorre;
volatiliza su rastro
en las dunas
al rodar.
En sus vetas
las cicatrices de una carne violenta,
la crisálida;
palabras voraces
para mentes eufemistas,
música en mi corazón.

Soy un guerrero Tuareg,
una sombra de hembra
en busca de agua,
vieja arañando
las raíces de los cactus,
niño jugando a imaginar
la selva...
la mariposa...
el ave del paraíso...

Por la noche
todos son doncella;
enamorada de los astros
aprieta en su mano
un pedazo de mármol
arrojado por los dioses.


Kayele  
(Verde Crisálida, XXV)

*


Un elfillo
me ha atrapado
en su dominio boscoso,
maleza,
el territorio
de un ángel;
desde que vi su rostro
no he pensado en otra cosa.
Deseo, más que nunca,
detenerme
en su claro favorito.

Sabrás que acudo a la cita;
voy impregnando
con olor a lúpulo
la corteza del hayedo
que te vio nacer;
bajo su sombra lunar
quiero enseñarte
todas las cosas sucias
que he aprendido
en la ciudad.

Gasto mis mañanas
en cerveza,
tiempo para mirarte
a escondidas,
acercarme con sigilo
a tu choza,
cruzar mentiras,
invitarte a almizcle.


Kayele 
(Almizcle de Hombre, XI)



No hay comentarios: