miércoles, 17 de marzo de 2010

No es arte... es tortura.




Lozano y zaíno
entibiaba de sangre la arena.
Noble y hermoso.
Enorme como el héroe de batalla
en un momento deshonroso.
Fláccido como la muerte
en su rictus más temprano.
El público ovaciona tu desgracia...
y tu derrota.

Viniste obligado a perder.
Tu casta está condenada.

El griterío anuncia un despiece.
Nadie te llora.
Vítores para el asesino;
pañuelo de salvas.

Crines al viento que arrastran
tu cuerpo inerme.
Lozano y zaíno
empapas la arena.
Deja una sombra púrpura
tu despedida,
en medio de la barbarie.
En la algarada se pierde
tu póstumo lamento.



Kayele
(Equilibrista en la Sombra, XIII)

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