martes, 19 de octubre de 2010

El Ángel Negro II

.
Si tu mano,
blanca y tibia, de plata, de Luna,
me ha olvidado...
ya en tus rizos
no revolotean los pájaros...

Existirán
tus ojos como estanques vidriosos,
y tu voz de tritón enfebrecido
acercándome al recuerdo.

Te devolvería el olor a violetas,
a pan recién hecho.

No hubo ni una sola fibra
desconocida por los labios,
ni un ápice de sombra en nuestras presencias.

Ser de Luz,
que me habitaste de oscuridad,
que no dejaste rastro.


Kayele 
(Sin Noticias de la Carne)



*

Sigo viendo lo que antaño
vi en tus ojos:
la fuerza, el coraje.
Siempre te escuché
gritar en lo oscuro de mi vientre,
clamando
como un padre borracho.

Guardo plumas de tus alas;
¡maldito!,
nunca me enseñaste a volar,
preferiste rondarme
desde el aire.


Kayele
(Almizcle de Hombre, V)

*


Fotografía: Ramón López


He extraviado las hojas
coloradas y amarillas del otoño;
he olvidado su crujir rasgado.

Tengo fríos los pies;
estoy demasiado callada
para sentir la escarcha
en los labios.

El viento me infla
la camisa
y miro a lo lejos...
porque lo perdí Todo.


Kayele
(Almizcle de Hombre, VI)


*

El hombre de los ojos altos
guarda su mirar en el pasado,
bebe para siempre
el tiempo del último trago,
consume, inexorable,
al diablo de papel.


Kayele 
(Sin Noticias de la Carne)


*

Nunca.
Nunca más.
Es el fin.

Un verso final
entronca en mis labios
y borra huellas que cuidé
como flores de selva.
Escupe tu nombre
lleno de rabia.
Desgarra al ídolo
y lo despide indiferente;
sin demasiado aspaviento.


Kayele 
(Sin Noticias de la Carne)

.

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