jueves, 29 de abril de 2010

Machismo de Subterfugio II: El Rechazo a la Mujer Brava

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¿Qué tipo de mujeres perseguís, deseáis y admiráis los hombres? ¿Qué buscáis en nosotras? ¿Hay rastros de machismo ocultos también en la actitud que tienen los hombres frente a depende qué mujeres?.

Segunda entrega de Machismo de Subterfugio, que he dado en llamar Rechazo a la Mujer Brava. Para que pienses en ello.
Y no te lo cuento yo, no sería elegante. Te lo explica con una claridad diáfana Héctor Abad, que se ha ganado mi afecto más sincero. Gracias, gracias... gracias.



Elogio de la mujer brava Por Héctor Abad

A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viragos, marimachos. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran "no más usted me avisa y yo le abro las piernas", siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo, y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan, y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan, y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio, y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa, y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.

Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran jartas por la noche, y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.

Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros, y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar, y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.

Somos animalitos todavía, los varones machistas, y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes, y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza: nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.




Héctor Abad nació en Colombia en 1958 y se licenció en Literatura moderna en Italia. Regresa a Colombia en 1987 cuando un grupo paramilitar asesina a su padre (médico de fensor de derechos humanos y fundador de la actual facultad de medicina), pero vuelve a Italia por amenazas recibidas. Retorna a Colombia en 1993 y en la actualidad reside en Bogotá.
Novelista, cuentista, periodista y traductor del italiano al español (de autores como Umberto Eco, Bufalino y Lampedusa). Fue el director de la revista de la Universidad de Antioquia y ha sido columnista en el periódico El Espectador, en la revistas Cromos y Cambio. En la actualidad es colaborador de la revista literaria El Malpensante y columnista de la Revista Semana.
Sus textos son, cuanto menos interesantes; si puedes no te los pierdas.


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lunes, 19 de abril de 2010

Erase una vez...

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Podrías preguntarte: ¿a qué viene apoyar a Garzón?, al fin y al cabo no es más que un juez que debe someterse también a los dictados de la justicia.
También podrías plantearte: ¿No enfrentará de nuevo a los españoles sacar a la luz lo del franquismo?, ¿No sería mejor dejarlo como está?
O mejor, podrías pensar: esto no va conmigo…

Y no sé muy bien por dónde empezar a explicarte lo que yo veo de surrealista en todo este asunto.
Es cierto, no hay nada personal en mi apoyo a Garzón; para más inri, aunque yo fuera socialista (que creo que tampoco), no sería del PSOE (y lo digo por la tendencia del juez hacia este partido); pero este hombre tiene el don de meter el dedo en la llaga, y el arrojo y los arrestos, o al menos el ansia de gloria, para meterse en barrizales que otros jueces, por comodidad o intereses personales, no enfrentarían. Y eso me gusta.

Garzón ha puesto en tela de juicio (nunca mejor dicho) a media cúpula del PP, entre ellos sus máximos representantes; se trata de un asunto de corrupción de dimensiones insospechadas. El señor Correa, ese personajillo de fábula, que se hacía llamar Don Vito, amiguísimo de nuestro expresidente y su yernísimo, se ha llenado los bolsillos con el dinero del contribuyente; es decir, el tuyo y el mío. Con el dinero negro de la corrupción el PP ha financiado de forma ilegal sus campañas… se han reído en nuestras narices.


Es@s cuant@s politicuch@s indecentes se han visto con la mierda al cuello cuando Garzón, con una colección de pruebas aplastantes y de testigos, ha procesado a Correa y sus secuaces (porque no se me ocurre llamarlos de otra forma) y ha confiscado sus libros de cuentas, los de su economía sumergida. Y viéndose directamente amenazados se pusieron a pensar…

Te voy a relatar cómo lo imagino; permítete fantasear un poco:

Un atajo de fascistas, expresidente incluido, todos juntos como viejos amigos, decidieron hundir a Garzón, para empezar; que ya luego colocarán a un juez que les convenga o que se venda bien.
Miraron los procesos abiertos de Garzón y encontraron el filón del franquismo… “vayamos a por los de la memoria histórica; si Falange y su cuadrilla arremete contra el juez por ese asunto se montará un jaleo increíble, ¡¡va a ser un escándalo!!, se reabrirán las viejas heridas, enfrentamiento popular, ruido, ruido… al final, llegará un momento en que cederán y las cosas volverán a su cauce, poco a poco… y mientras tanto… solucionamos los problemas de Correa y compañía: nos quitamos de en medio a este juez que nos resulta tan incómodo y comprometedor; nos las apañaremos para destruir pruebas, desacreditar a los testigos… y aquí no ha pasado nada”, debieron pensar, a mi presunto entender.
Y luego se dieron palmaditas en la espalda.

Es algo así como disfrazar de problema político-histórico un puro asunto de corrupción... política.

¿Conspiranoia?
Juzga tú mism@.

Ahora ya estoy en condiciones de responderte a las preguntas del principio:
Apoyo a Baltasar Garzón porque quiero que sea él y la misma fiscalía anticorrupción los que juzguen la trama Gürtel; porque si aún no se ha dejado corromper por ellos, ahora no lo va ha hacer.

Sacar a la luz de nuevo el enfrentamiento de la Guerra Civil… eso tendremos que hacerlo tarde o temprano, y las memorias deben descansar tranquilas y la historia debe ser escrita por l@s just@s y desde la humanidad; y es una pena, porque Garzón era una baza importante aquí… ahora otra vez la oscuridad, la decepción y el silencio…

Y si crees que esto no va contigo… bueno, el dinero que se han llevado de las arcas públicas es tuyo: sacado calentito de tu nómina, de tus impuestos, de ese poco de más que pagas cada día al hacer cualquier compra, etc, etc, etc…; vamos, sólo les ha faltado meterte la mano en el monedero, y lo habrían hecho si hubieran podido.


Ahora tú decides si te importa o no te importa. Personalmente, aunque pudiera no molestarme que me roben, no consiento que me llamen imbécil a la cara, o al menos no me voy a quedar en mi casa callada.
Esto es pasarse la justicia por el forro, es pasarse a l@s español@s por el forro, pasarse la democracia por el forro.

Si a ti no te atañe la justicia en este país, dime, ¿a quién?
¿Quién crees tú que debe levantarse contra esta mafia? ¿Quién?

Tú y yo.

Por supuesto esto es una llamada al juicio y al sentido común.
Las manifestaciones están convocadas.
Y el debate abierto…

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lunes, 12 de abril de 2010

Pólvora y descontento.

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Bellísimo tema tradicional húngaro; interpretado por 17 Hippies.

Habla de los vampiros; en este caso, y en tono agridulce, yo se lo dedico a los vampiros de la libertad y de la justicia.






El descontento está en el aire
y huele dulce, fogoso,
un gracioso reguero de pólvora;
la flor que puja por abrirse.
Lo huelo en el aire
y huele a estallido incontrolado,
a cansancio amenazado,
enseñanza rebañada del cieno,
como veterana memoria.

Me huele a pólvora y a descontento,
a cicatriz abierta.
Amo ese aroma de guerra,
aroma a semilla tozuda,
el sudor del animal que pugna,
la bestia que resiste, se revuelve;
amo ese olor humano,
el pálpito del progreso.

No podemos.
No.
No podemos resignarnos.



Kayele
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sábado, 10 de abril de 2010

No lo sé... no lo sé.

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Quizá nunca llegue a ninguna parte,
eso no lo sé;
no escatimaré esfuerzos…
pero quizá nunca llegue a ninguna parte.



Kayele

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