domingo, 30 de mayo de 2010

Que moleste

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La Inquisición quiere hacer pagar a Javier Krahe 192.000€ por un cortometraje que realizó en 1978: "Cómo cocinar un Cristo".

¡Ah!
¿Que molesta?
Pues que moleste... más.


¡Aupa Krahe!





Y de paso, una de La Mandrágora. Por los viejos tiempos.


Un Burdo Rumor (J. Krahe)





No sé tus escalas por lo tanto eres muy dueña
de ir por ahí diciendo que la tengo muy pequeña,
no está su tamaño en honor a la verdad
fuera de la ley de la relatividad
Y aunque en rigor no es mejor
por ser mayor o menor
ciertamente es un burdo rumor.

Pero como veo que por ser tu tan cotilla
va de boca en boca y es la comidilla;
en vez de esconderla como haría el avestruz
tomo mis medidas, hágase la luz.
Y aunque en rigor no es mejor
por ser mayor o menor
una encuesta he hecho a mi alrededor.

Trece interesadas respondieron a esta encuesta
de las cuales una, no sabe no contesta
y en las otras doce división como veréis
se me puso en contra la mitad, es decir seis.
Y aunque en rigor no es mejor
por ser mayor o menor
otras seis francamente a favor.

Y si hubo reproches fueron en resumen
por su rendimiento, no por su volumen;
y las alabanzas que también hubo un montón
hay que atribuirlas a una cuarta dimensión.
Y aunque en rigor no es mejor
por ser mayor o menor
a que a veces soy muy cumplidor.

Mi mujer incluso, dijo - aunque prefiero
como tú ya sabes, la del jardinero -
por si te interesa pon que estáis a la par
sólo que la suya es mucho menos familiar.
Y aunque en rigor no es mejor
por ser mayor o menor
nunca olvida traerme una flor.

Es mísero, sórdido y aún diría tétrico
someterlo todo al sistema métrico;
no estés con la regla más de lo que es natural
te aseguro chica que eso puede ser fatal.
Y aunque en rigor no es peor
por ser mayor o menor
yo que tú, consultaba al doctor López Ibór.


jueves, 27 de mayo de 2010

Paraíso Inhabitado

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Unas perlas de la última novela de Ana María Matute.
Tenía ganas de compartirlas contigo.




Pero percibía más que eso, lo veía físicamente, un entrelazarse de palabras sin voz, que iban y venían desde los ojos azules de Eduarda a los negros ojos de Michel Mon Amour. Era el mismo, o parecido, lenguaje que se enviaban unas a otras la lámparas de cristal en la noche, un lenguaje hecho de destellos, comunicándose unos a otros, a través de racimos de luz. Yo conocía aquella lengua aprendida en mis correrías nocturnas hacia el salón, cuando navegaba en un barco de papel de periódico.

Capítulo 4


Y era la primera vez que yo me reía, por lo menos con tantas ganas, y sentí como si dentro de mí algo estallara en mil pedazos, como si aquel montoncito de piedras que pesaba sobre mi corazón saltara por los aires. Y pensé: Que bueno es reírse.”

Capítulo 6


A veces, los largos rizos un poco desmayados de Gavi me rozaban la mejilla. Tan juntos estábamos, tan unidos en una sola historia los tres: él, la historia y yo. Y revivo el aroma de su piel, y el rizo dorado; tenían un olor especial, un aroma que luego sólo he reencontrado cuando he visitado escuelas o colegios de párvulos: olor a niños, ni bueno ni malo. Sólo sé que ningún adulto huele ni olerá jamás así.

Asentí, con la sensación de estar respondiendo a una pregunta muy lejana, tan lejana que empezaba antes de mi nacimiento y no tenía fin. El pasado y el futuro se confundían, entonces, con una envidiable agilidad

Capítulo 11


Había un gran desconcierto, un desorientado y desapacible ir y venir, desde el corazón de la casa: la cocina. Allí donde se narraban cuentos, se desvelaban historias familiares, y se cobijaban secretos mal tapados: un enorme corazón latiendo, una llama infatigable desde antes de que yo naciera. Ecos de un fuego, que aún crepita en episodios familiares, gaceta diaria de sucedidos domésticos, todos envueltos en humo de pucheros, cazuelas y toda clase de suposiciones, rencores, y, acaso, de vez en cuando, alguna esperanza o una chispa de amor.

Capítulo 12


Porque también a mi alrededor todo se ofrecía trastocado, vertiéndose al revés, como una inmensa copa llena de algún misterioso bebedizo.

De pronto, las cosas más cotidianas, más rutinarias, se contradecían desmesuradamente, y la ya habitual desorientación que conducía todos mis pasos me convertía en una hoja desprendida de alguna misteriosa rama, dando vueltas y vueltas en el viento.

Capítulo 16


Me sentí tan indefensa que sólo supe apoyarme contra la pared del pasillo, sin decir nada. Al otro lado, a mis espaldas, lejos de mí, parecían esfumarse el Teatro de los Niños, las lecturas compartidas, el territorio de rombos azules y marrones, el Rey Cuervo y la pétrea melena del león de la terraza tiñéndose, lentamente, del atardecer. Y todo esto muy deprisa, casi un relámpago, un rayo destructivo, capaz de fulminar cuanto tocaba. Incluso el haber aprendido a volar.

Capítulo 17

Ana María Matute
Paraíso Inhabitado, 2008

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lunes, 17 de mayo de 2010

Los signos



Nada puede eternizarse.

Tu angustia, amiga,
es también la mía.

El pensamiento perece
en nuestras copas;
la última palabra
deja el regusto,
se saborea
como una página vieja.

Intuyo la impaciencia
en la transparencia
encamisada
de lo nunca pronunciado.

No debes subestimar
el lenguaje de los signos.


Kayele
(Verde Crisálida, XXVI)

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domingo, 9 de mayo de 2010

Ruibal

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Menos mal que aún quedan verdaderos trovadores.
Javier me enamora.





Que me muera si no te quiero yo,
que me sé tu cuerpo entero de carrerilla:
el mapa de tus lunares,
las vueltas que da tu pelo,
la forma de tu rodilla.

Y cuanto más tengo más quiero yo.
¡Ay!, me paso la noche en vela
pá mirar como un chiquillo
como se pone la luna
por detrás de tus caderas.

Vino y besos...
y que se pare el reloj,
llena que llena el vaso de mi alegría.
Tu vinillo qué me ha hecho,
por las uvas de tu pecho
de ti me emborracharía.

Y entre la luna y el ordenador,
la televisión y la vida interactiva
por aquí ya no hay quien pase,
¡que me parta un rayo láser!,
que te fuiste de mi vida.

Y si no te tengo no vivo yo,
¡ay!, no sé cómo dar contigo.
Internet ya no me fía
y no tengo ni pa' sellos,
que si no, te escribiría.

Vuelve pronto, te necesito aquí
para que te encargues de esta melancolía,
de poner mi corazón en orden
y otras cosillas pendientes
que habrá que poner al día.

Que me muera si no te quiero yo,
que me sé tu cuerpo entero de carrerilla:
el mapa de tus lunares,
las vueltas que da tu pelo,

la forma de tu rodilla.


Javier Ruibal
(Las Damas Primero, 2001)

La lotería

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Cada vez lo tengo más claro:



El amor no es un derecho,
ni siquiera un extraño privilegio;
es una broma del espacio-tiempo,
una auténtica lotería;
una maldita lotería
en la que una mayoría se conforma con la pedrea
y otr@s tant@s sobreviven con el reintegro.


Kayele

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