lunes, 12 de marzo de 2012

Machismo de Subterfugio III: El Patriarcado de Subterfugio

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He estado revisando la bibliografía científica para poder confirmarme y confirmarte, con solidez, lo que era un secreto a voces: altos niveles de testosterona en sangre se asocian con determinados comportamientos, como son la agresividad, el afán de poder, la competitividad, la lucha por las jerarquías, el individualismo, la falta de preocupación por los hijos o los seres queridos e incluso el egoísmo. En casos extremos se asocia también a conductas antisociales; bueno, no hay más que ver escenas de violencia por televisión y comprobar que son casi unánimemente protagonizadas por hombres.

Si bien la testosterona no es exclusiva de los varones, sí que es una hormona que presenta en promedio niveles más elevados en los hombres que en las mujeres; podríamos incluso sugerir que la testosterona es la hormona asociada al “comportamiento masculino”, biológicamente hablando; al igual que hay hormonas más abundantes en las mujeres y se asocian estadísticamente al “comportamiento femenino”: progesterona y estrógenos, incluso la oxitocina…

Por supuesto, un exceso de hormonas femeninas puede conducir a extremos nada deseables, como son la dependencia psicológica, la debilidad, la falta de iniciativa y de libido o incluso la depresión. Y la testosterona es importante ya que contrarresta estos efectos.
Además, las hormonas no son algo estanco y prefijado, responden al ambiente y aprenden; si vives en continuo estado de tensión tendrás mucha adrenalina en tu sangre, y si esto se prolonga en el tiempo podrías sufrir los estragos del estrés; las hormonas no están simplemente ahí (por el hecho de tener testículos u ovarios), sus niveles individuales están condicionados por el ambiente desde mucho antes de nacer. De ahí que es común que sean más femeninos los hombres habituados a rodearse de mujeres y más masculinas las mujeres acostumbradas a desenvolverse con hombres.


Ahora mira el mundo a tu alrededor y dime qué ves… agresividad, afán de poder, jerarquías, competitividad, individualismo, falta de preocupación por l@s demás, egoísmo… es decir, un mundo muy “masculino”. O un mundo rebosante de testosterona, como lo quieras. No hay sitio para la ternura, la protección, el diálogo, la cooperación, la sensibilidad, la compasión, la empatía, el vínculo… esas cosas tan “femeninas”; o al menos quedan relegadas a un muy segundo plano.




Me dicen que en este mundo las mujeres ya tenemos nuestro sitio, que podemos llegar a lo que nos propongamos, desde dirigir una empresa hasta viajar a la Luna, pero para ello debemos ser competitivas, agresivas, despiadadas… ¿a esto le llaman igualdad? Tengo que masculinizarme como única opción de alcanzar cualquier posición relevante, tengo que renunciar a la parte más dulce de mi persona, tengo que volverme implacable para encajar en las estructuras de poder y de decisión. Renuncia a tu sensibilidad, renuncia a tus seres queridos, renuncia a tu maternidad… renuncia a tu lado femenino. Es como si el patriarcado clásico hubiera extendido sus tentáculos subrepticiamente para abarcar lo inabarcable: como un Patriarcado de Subterfugio.

Hombres y mujeres nos vemos obligados a dejar para la órbita doméstica nuestro lado femenino si queremos sobrevivir en esta sociedad tirana, opresiva y patriarcal, donde los sentires femeninos siguen arrinconados en la cocina, ocultos en lugares privados.

A mi mundo le falta ternura y compasión, a mi mundo le falta generosidad, sensibilidad y empatía. A mi mundo le faltan estrógenos, le falta progesterona, le falta oxitocina… Sólo imagínate un mundo con menos testosterona, imagínate un mundo donde la presencia de lo femenino, y no sólo la presencia de la mujer, adquiere el lugar de decisión que le corresponde. Yo entonces veo un mundo más humano y más amable.

Atrévete a mostrar tu lado femenino, dejemos de exigirnos los unos a los otros de esta forma implacable el vivir en una continua competición, en una continua pelea; démonos un espacio para la paz, construyámonos un mundo más sano y más equilibrado.
Y, simplemente, vivámoslo cada día.

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