viernes, 6 de enero de 2012

Terramar I

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Historias de Terramar es una saga de fantasía escrita por Ursula K. Le Guin, que te transporta a un mundo donde los magos y los dragones cobran vida propia, donde el mar es espectador y protagonista. Narrado con naturalidad y sencillez, con una frescura exenta de artificios, que te introduce rápidamente en la historia y te hace partícipe. Te acerca a sus personajes con tal humanidad que rápidamente ganan entidad en tu imaginación, conquistan tu simpatía y tu corazón: Ged, Tenar, Tehanu, Arren...

Una historia diferente, con una forma de narrar diferente, con una profunda filosofía de trasfondo. Una de las mejores novelas de fantasía que he leído, en fondo y en forma.
Muy recomendable.
Se compone de cinco títulos, yo he ido seleccionando algunos fragmentos para compartir contigo.





Había sido sólo la muda sabiduría instintiva de la bestia, que lame a un compañero herido para reconfortarlo; y sin embargo Ged creía descubrir en esa sabiduría algo semejante a su propio poder, algo de raíces tan profundas como la hechicería misma. Y supo a partir de entonces que el hombre sabio es aquel que jamás se aparta de las otras criaturas, tengan o no el don de la palabra, y con el correr de los años se esforzó por aprender todo lo que es posible aprender, en silencio, de la mirada de las bestias, del vuelo de los pájaros, de los lentos y majestuosos movimientos de los árboles.”


V, El dragón de Pendor
Libro primero: Un Mago en Terramar (1968)




[…]Lloraba de dolor porque era libre.
Lo que estaba empezando a descubrir era el peso de la libertad. La libertad es una carga pesada, extraña y abrumadora para el espíritu que ha de llevarla. No es cómoda. No es un regalo que se recibe, sino una elección que se hace, y la elección puede ser difícil. El camino asciende hacia la luz; pero el viajero que soporta la carga acaso no llegue jamás.


XII, La Travesía
Libro segundo: Las tumbas de Atuan (1971)




Arren era un muchacho activo: se deleitaba en la práctica de juegos y deportes y ejercitaba el cuerpo y la mente con orgullo y placer, y se desempeñaba con corrección en las obligaciones que le imponían el ceremonial y el protocolo de la corte, que no eran livianas ni simples. Sin embargo nunca se había entregado por completo a nada. Todo se le había dado fácil en la vida, y él lo había hecho todo con facilidad; para él todo había sido un juego, y había jugado a amar. Pero ahora algo había despertado dentro de él, algo que no era un juego ni un sueño, sino el honor, el peligro, la sabiduría, una cara surcada de cicatrices, una voz calmosa y una mano morena sosteniendo con indiferencia la poderosa vara de tejo que cerca de la empuñadura llevaba la Runa Perdida de los Reyes, incrustada en plata en la madera negra.
Así damos siempre ese primer paso, repentino y rápido, que nos separa de la infancia, sin mirar hacia atrás ni hacia delante, sin cautela, y con las manos vacías.


I, El Serbal
Libro tercero: La Costa más Lejana (1972)




“-Procura elegir con cuidado, Arren, cuando te llegue la hora de las grandes opciones. Cuando yo era joven tuve que escoger entre la vida de ser y la vida de actuar. Y salté a la segunda como una trucha sobre una mosca. Pero cada uno de tus gestos, cada acto, te ata a él y a sus consecuencias, y te obliga a actuar otra vez, y otra y otra vez. Y es muy raro, entonces, que encuentres un espacio, un momento de tiempo como éste, entre acto y acto, en el que puedas detenerte y simplemente ser. O preguntarte quién, a fin de cuentas, eres tú.

-[…]La naturaleza no es antinatural. Esto no es una búsqueda del equilibrio, sino una ruptura. Y sólo hay una criatura capaz de provocarla.
-¿Un hombre?-preguntó Arren, inseguro.
-Nosotros, los hombres.
-¿Cómo?
-Por un desmesurado deseo de vida.
-¿De vida? Pero ¿es malo acaso querer vivir?
-No. Pero cuando ambicionamos poder sobre la vida, riqueza inagotable, seguridad inexpugnable, inmortalidad… entonces el deseo se convierte en codicia. Y si a esa codicia se suma el saber, sobreviene el mal. Entonces el equilibrio del mundo se perturba, y el peso de la destrucción inclina la balanza.


III, Hortburgo
Libro tercero: La Costa más Lejana (1972)


Historias de Terramar
Ursula K. Le Guin

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