jueves, 29 de abril de 2010

Machismo de Subterfugio II: El Rechazo a la Mujer Brava

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¿Qué tipo de mujeres perseguís, deseáis y admiráis los hombres? ¿Qué buscáis en nosotras? ¿Hay rastros de machismo ocultos también en la actitud que tienen los hombres frente a depende qué mujeres?.

Segunda entrega de Machismo de Subterfugio, que he dado en llamar Rechazo a la Mujer Brava. Para que pienses en ello.
Y no te lo cuento yo, no sería elegante. Te lo explica con una claridad diáfana Héctor Abad, que se ha ganado mi afecto más sincero. Gracias, gracias... gracias.



Elogio de la mujer brava Por Héctor Abad

A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viragos, marimachos. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran "no más usted me avisa y yo le abro las piernas", siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo, y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan, y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan, y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio, y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa, y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.

Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran jartas por la noche, y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.

Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros, y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar, y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.

Somos animalitos todavía, los varones machistas, y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes, y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza: nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.




Héctor Abad nació en Colombia en 1958 y se licenció en Literatura moderna en Italia. Regresa a Colombia en 1987 cuando un grupo paramilitar asesina a su padre (médico de fensor de derechos humanos y fundador de la actual facultad de medicina), pero vuelve a Italia por amenazas recibidas. Retorna a Colombia en 1993 y en la actualidad reside en Bogotá.
Novelista, cuentista, periodista y traductor del italiano al español (de autores como Umberto Eco, Bufalino y Lampedusa). Fue el director de la revista de la Universidad de Antioquia y ha sido columnista en el periódico El Espectador, en la revistas Cromos y Cambio. En la actualidad es colaborador de la revista literaria El Malpensante y columnista de la Revista Semana.
Sus textos son, cuanto menos interesantes; si puedes no te los pierdas.


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24 comentarios:

Milton Malone dijo...

Hacía un montón de tiempo que no comento por aquí, pero que sepas que sigo leyendo lo que escribes ;)(escuchar los videos lo tengo más difícil, porque en el curro no puedo y en casa tardan en cargar una eternidad y media).

¿Sabes que desde que te leí tu primer texto de machismo de subterfugio le he dado más de una vuelta y dos al tema? Pero creo que textos como el de Abad se quedan en la superficie y trazan una visión del machismo tan caricaturesca que pocos se pueden sentir identificados con ella.

Claro que en algunos contextos puede seguir siendo real y válida esa visión de mujer como florero sin más, pero no en el que yo me muevo (y la gente que conozco).

Besos.

Kayele dijo...

Yo sí me siento identificada, Milton... y, como mujer brava que me considero (yo casi diría que soy mujer fiera), siento ese rechazo por parte de los hombres. De hecho, a menudo soy consciente de que los espanto, y de que, aunque no se den cuenta, algunos quieren estar siempre por encima.
Como no quiero asumir un rol de inferioridad forzada, me cuesta "dios y ayuda" encontrar pareja, creéme.

Por eso quise incluir este aspecto en el machismo de subterfugio.
Si conseguí entonces hacerte pensar, a tí o quien sea, entonces me siento enteramente satisfecha; no aspiraba a más.

Gracias por volver a comentar!!
Un besoooo

Laura Garabata dijo...

Hola Kayele,
Yo también sigo tu blog. Me siento identificada con la mujer brava, la mujer que no se calla. Y cómo tú bien dices, nos es más difícil encontrar pareja porque muchos hombres ni mujeres quieren salirse de su rol predeterminado. Sígamos siendo como somos: auténticas y bravas. Aunque a veces pensemos que la vida nos da la espalda, ahí está, dentro de nosotras, para encender el mundo con nuestra alegría, nuestra tristeza, nuestras ganas de amar, de liberarnos, de liberar... Por cierto, "Paraíso inhabitado" es uno de los libros más bellos que he leído. Un abrazo enorme,
Laura.

Kayele dijo...

"Paraíso inhabitado" en una genial novela, y Ana María Matute de las mejores novelistas de nuestro tiempo; la sigo desde que leí "Olvidado Rey Gudú", una obra maestra.

El asunto es que yo no puedo ser de otra manera, es lo que hay; adelante con el mundo que nos toca, este mundo que da la espalda a la mujer fiera...

Un placer tenerte por aquí. Un abrazo :-)

Anónimo dijo...

Creo que el texto está muy bien escrito. De eso no cabe duda. Sentirme identificada, más bien no.

En primer lugar, creo que Héctor no se da cuenta de algo muy importante y es que del poder emanan, residen y producen clasificaciones y categorías. El tema no es, desde mi punto de vista, posicionarse en binarismos, que más bien ayudan poco (mejor dicho, no ayudan para pensar la política).

Segundo, el texto parte de la lógica dominante heterosexual que, entre otras cosas, produce y consolida no sólo el poder, sino también el orden.

Tercero, propone recuperar a la "mujer brava", que está más acá, incluso, es mejor. Frente a una "mujer" estereotipada como mansa y de pechos perfectos, más allá. De nuevo los binarismos, que de nada sirven para pensar la política que queremos.

Por último, desde mi punto de vista, esta visión del feminismo o del género es errónea. Siguiendo a Butler, se parte de que el sujeto emerge a través de dos procesos: por un lado, a través de una identificación con el sistema normativo del “sexo” (o del cuerpo sexuado); por otro, a través del repudio a lo "anormal" o lo "extraño". Esta frontera segrega, en su propia institución, un ámbito de abyección. Las normas de género establecen un campo de “lo humano” que está por encima de y contra “lo inhumano”. En el campo de “lo inhumano” aparecen un conjunto de seres no apropiadamente “generizados” a los que se niega la posibilidad de una inteligibilidad cultural. De esta manera, las normas de género operan mediante formas de exclusión. Hay, ciertamente, una construcción, pero esta construcción es siempre diferencial: distingue, estableciendo fronteras, “lo humano” y “lo inhumano”. Pero lo excluido nunca desaparece del todo, sino que funciona como un “exterior constitutivo” de “lo humano”, por lo que lo abyecto constituye una amenaza permanente para esta frontera y constituye siempre la posibilidad de derrumbarlas y rearticularlas.

Sería importante pensar no sólo en "hombres" y "mujeres" para la política feminista y articular a los trans, lesbianas, gays, etc., que cuestionan el sistema normativo heterosexual.

Gracias por este espacio y por poner textos que permitan la polémica y el pensamiento.

Ana

Kayele dijo...

Ana,

en primer lugar muchas gracias por comentar y por lo constructivo de tu comentario.

Es cierto que en el mundo de diversidades en que vivimos no es bueno acudir a un binomio de ideas para explicar las cosas; me parecía que se daba por hecho que entre la “mujer brava” y la “muñequita dócil” hay un amplio rango de grados. Generalizar puede resultar útil cuando un@ quiere explicar la realidad sin necesidad de querer explicar cada caso concreto.
Ciertamente he dejado fuera a homosexuales y transexuales, porque quería plantear una cuestión de la selección de pareja desde un patrón de patriarcado (que por otro lado rechazo). Me parece que los nuevos modelos de pareja e identidad sexual ya se escapan bastante de esos patrones clásicos. Por otro lado, no hay que olvidar que las parejas heterosexuales siguen constituyendo una mayoría de la que es importante ocuparse sin menoscabo de otros modelos de emparejamiento.

Por último, respecto a lo de los cuerpos sexuados y la referencia a Butler (que desconozco); esta reflexión me recuerda lejanamente a lo de la Teoría Queer; no sé si he comprendido bien tu argumento. En este sentido he de decir que la naturaleza, entendida como biología, pese a no ser inamovible, me parece que tiene un peso nada despreciable.

He de reconocer con humildad que me dejas fuera de juego, y que no termino de captar completamente el contenido de tu comentario. Estás invitada a contribuir con un post a este blog y desarrollar un poco tu postura. Yo te lo agradecería.
Gracias por alimentar el debate…

:-D

Anónimo dijo...

Explicaré un poco más la parte de la “naturaleza”. El problema me parece que parte de la lógica que sexo=género= deseo. Si hay tanta diversidad, como dices, me pregunto ¿por qué al final se producen e iteran “hombres” y “mujeres”, incluso, los trans? Creo que el tema de incluirlo no es gratuito. Algo que molesta mucho a las feministas es que los trans son a veces más mujeres que las propias mujeres. ¿A qué me refiero con esto? Pues a que en lo corporal “imitan” a la perfección el cuerpo –con o sin operación- pero también en las aparentes costumbres, se muestran sumisas o subordinadas. ¿Por qué en las parejas gays uno asume un “rol” (por llamarlo de alguna manera) de mujer y otro asume la posición del “rol” de mujer? Creo que estás son las preguntas que la política feminista debería hacerse, ya que, en última instancia, producen socialmente sólo a “hombres” y “mujeres”, incluso, como cuerpos distintos.

Para mí, la relación de sexo=género= deseo no es unívoca. Por el contrario, creo que el patriarcado, que es más o menos, lo que he llamado sistema normativo heterosexual tiende a producir un orden en el que sólo sean posibles los “hombres” y “mujeres”.

A mi juicio, generalizar es también un problema del que es difícil salir. Es más complicado pensar en lo concreto. La importancia de pensar en casos específicos es que obliga a matizar el pensamiento, permite pensar, a su vez, la contingencia. De este modo, nos damos cuenta de que las identificaciones son siempre parciales, no cerradas y no unitarias. A menudo, me pregunto, ¿por qué el feminismo o los estudios de género no permean la política? ¿Por qué no producen un sujeto político? ¿Será un problema de lxs otrxs? ¿Será un problema de que las “mujeres” no se sienten identificadas con el feminismo? En este sentido, ¿por qué? Otras posibles preguntas y yo creo que es necesario hacérselas para no errar con simplificaciones es: ¿Qué nueva forma política emerge cuando la identidad con una base común ya no constriñe el discurso (habla, prácticas, hábitos, símbolos, entre otros) la política feminista? Creo que Chantal Mouffe se hace esta pregunta. Para mí, si visualizamos esta pregunta abre nuevas posibilidades para pensar la política y su posible rearticulación.

Entiendo la política feminista como la posibilidad de visualizar o mostrar la subordinación de las “mujeres”. Pero ¿está subordinación tiene una relación única con un grupo empírico llamado “mujeres”? Quizás, deberíamos pensar la política como la subordinación múltiple y, creo, éste debería ser el principal propósito de la política feminista. Las feministas en sus distintos grupos –conservadores, liberales, socialistas, etc.- han intentado encontrar la “verdadera” política en relación con la esencia de las “mujeres”. Posiblemente, debamos renunciar a esta “verdadera” política para permitir la articulación de las demandas y buscar esa múltiple subordinación.


Gracias a ti, por permitir este espacio de reflexión. La tesis me tiene metida en estos temas y me encanta tener un espacio en el que pueda pensar.

Ana

ramón dijo...

A mi me parece que se le va la olla, ese tipo de machismo está completamente trasnochado y en España ya no existe apenas. Las tías con opinión, criterio y autonomía existen desde hace décadas y están normalizadas/aceptadas socialmente sin el menor aspaviento.

Por otra parte creo que algunas tías se sienten mejor pensando que esto sigue siendo cierto para reafirmarse en lo guays que son libres de la sombra masculina. Wake up, hace tiempo que fue. Las nuevas generaciones de tíos ya no somos así y a mi personalmente me hace gracia cuando una chica lo sigue pensando, me pregundo en qué planeta vive la tía o si no la querían de pequeña o qué. Y cuando un hombre lo piensa me parece que cae en el pleonasmo feminista.

Al pive este se le disculpa un poco porque parece argentino o algo así y desafortunadamente algunos países están atrás que otros en este asunto...

Milton Malone dijo...

Curioso que los dos hombres que hemos opinado digamos que ese machismo está superado, mientras que las tres mujeres afirman que no. Por tanto, me inclino a pensar que no está superado.

De todas formas, creo que el machismo es algo que presiona tanto a hombres como a mujeres: los hombres tienen que ser de tal manera y comportarse de esta otra. De ahí, de es machismo más sutil, sí veo multitud de ejemplos hoy en día.

Por otro lado, imagino que en las mujeres pasará lo mismo. Una tendencia machista-tradicionalista juzga unos comportamientos, pero otra feminista-moderna impulsa a tener los contrarios (para mí, limita de forma parecida la libertad de las mujeres). Es lo que les pasa a las revistas femeninas: sé una mujer independiente, pero ponte guapa y busca novio. Las revistas femeninas son lo más machista que hay.

Anónimo dijo...

Por decir y opinar, el feminismo ha sido el gran salto a la evolución tardía humana.
Es decir, doy gracias a aquellas mujeres que vertieron/vierten lagrimas, sudor y muerte por conseguir hacerse un hueco dentro del llamado civismo-sociedad.

POr otro lado, aunque queda mucho camino que recorrer en muchos lugares, en paises desarrollados, el siguiente paso debería ser la igualdad. Sin Nombre. Por qué? Por qué ceñirnos a machismo o feminismo cuando lo real, lo importante y lo que realmente nos interesa a unos y unas es que tod@s seamos iguales ante todo. Evidentemente, y no lo voy a negar, existen claras diferencias, pero debemos olvidarlas para recordarnos que somos HUMANOS.
Definiciones como machismo y feminismo, creo que se deberían olvidar.
Comportarnos de igual a igual es el paso, y a ello deberíamos darle su nombre legal. IGUALDAD.

Kayele dijo...

Ana…

Veamos si he comprendido tus argumentos.
No sé si voy a ser capaz de aportarte algo porque tu visión del asunto se me queda un poco alejada (mi campo es otro), y de nuevo te invito a que nos cuentes algo de tu tesis, publicamos un post (o lo publicas) y aprendo un poco más de tu enfoque. De verdad me parece muy interesante.

En cuanto a la naturaleza de hombre y mujer… fff, creo que la sola definición de lo que es masculino y femenino es muy difusa; hablamos de identidad.
Me alegra que los transexuales sean como quieran ser, y desde luego no creo que sean más mujeres ni más femeninos, por lo que en absoluto me ofendo (de hecho a veces lo que creo es que tienen una visión distorsionada de cómo es el sexo opuesto, como el resto de la sociedad); primero habría que redefinir qué es femenino y qué es masculino.
Y si nos atenemos a la realidad resulta que el origen es biológico. Pero la biología no te da unos genitales que determinan un comportamiento estricto, te da un fondo sobre el que la vida se desarrolla. De ahí la diversidad; hay muchos factores que influyen sobre los “niveles” de femineidad y masculinidad de cada individuo. De manera que entra perfectamente en las posibilidades que haya mujeres más masculinas que muchos hombres.

Si queremos definir las cosas definámoslas con concreción. Podríamos admitir que lo femenino es aquello propio de la mujer, según la RAE. Una mujer, en esencia, se definirá como un humano con aparato genital femenino y dos cromosomas X; X e Y para el hombre. Eso produce desde momentos muy tempranos del desarrollo una producción de hormonas propias del sexo del no-nato que se mezclarán con el perfil de hormonas de la futura madre; estas hormonas modifican de manera importante el desarrollo de su cerebro de forma que se “lateraliza” ya en el embrión, bien se desarrolla más el hemisferio izquierdo o el derecho, según predominen las hormonas femeninas o masculinas, respectivamente. Con la curiosidad añadida de que el cerebro es, por diseño, asimétrico en tareas. Así que somos diferentes; esto es un hecho.

Kayele dijo...

Continuo: Se sabe cuales son las hormonas que afectan a la lateralización del cerebro, se sabe que el entorno hormonal materno es fundamental en la futura personalidad de su prole, se sabe que las vivencias y experiencias dejan su huella en el cerebro… de estos conocimientos, que son lo único realmente sólido, medible y comprobable que he encontrado hasta el momento, es de donde puedo intentar perfilar qué significa lo femenino o lo masculino. Y lo demás son creaciones sociales e ideas subjetivas, por muy arraigadas que estén.

Esto explica perfectamente la homosexualidad, la transexualidad, hombres con rasgos femeninos muy marcados, o muy masculinos… y lo importante es que cada un@ se sienta libre para llamarse como desee; explica por qué la relación sexo=genero=deseo no sea unívoca, y a veces sí; explica por qué en todas las parejas, sean homo o heterosexuales, un individuo sea más femenino y el otro más masculino siempre; explica por qué las “identificaciones son siempre parciales, no cerradas y no unitarias”.
Aún así nos quedamos cortos al explicar a qué nos referimos con masculino y femenino cuando hablamos de comportamiento. Yo no soy capaz.

¿Queremos poner etiquetas, crear fronteras? Primero, definamos claramente los conceptos. ¿Qué es ser hombre y qué es ser mujer? La identidad está en cada un@ de nosotr@s y creo que se encuentra en la biología, nuestro yo más íntimo. Ahí se acaba la metafísica y empieza la ciencia. Comprender qué es estrictamente lo femenino y qué es lo masculino, convivir con una dualidad real y conformar una nueva sociedad realmente mixta. Quizá ya no haya hombres ni mujeres, pero seguirá existiendo lo femenino y lo masculino.


En cuanto al enfoque político… estoy varada; no sé si te comprendo. “¿Qué nueva forma política emerge cuando la identidad con una base común ya no constriñe el discurso (habla, prácticas, hábitos, símbolos, entre otros) la política feminista?”
Creo que cuando ya no tengamos esos constreñimientos, el feminismo no será necesario y desaparecerá; cuando la sociedad ya no esté dividida entre hombres y mujeres, homos y heteros… sino entre personas, tendremos otros asuntos de los que ocuparnos, siempre habrá desigualdades y objetivos que alcanzar. Yo no voy a renunciar al feminismo mientras no considere que las cosas están en orden y mientras siga pensando que vivo en un patriarcado inasequible.



No sé si pedirte disculpas por este rollo que me acabo de marcar.

Kayele dijo...

Ramón… me lo pintas todo de color de rosa… como si lo fuera… porque España demuestra constantemente que es un país civilizado y moderno… donde mueren alrededor de cien mujeres al año por llevar la contraria sus parejas.
Todo esto que me cuentas me parece un espejismo.

En las últimas décadas ha habido realmente pocas mujeres que hayan resultado relevantes y que hayan mostrado una actitud protagonista en el ámbito público, y menos en puestos de poder (para enseñar las piernas y poner sonrisas a cámara… para eso sí). Lo de normalizado y aceptado me suena ciencia ficción.

Quizá pueda ser que los porcentajes de los que habla Héctor son más simbólicos que reales pero el modelo existe… de subterfugio; quiero recalcar esto, quizá sea algo sutil, pero la mujer dócil triunfa. Es para pensárselo.
Por lo demás, te hablo desde el Planeta Tierra, sur de Europa; mis padres y abuelos me querían mucho de pequeña, y mis hombres también me quisieron mucho de mayor. Y lo que me haría sentirme guay sería que hiciéramos tod@s objeción de conciencia para ver qué modelos erróneos nos hemos tragado durante nuestra educación y todavía mantienen su lastre ahí; que seamos crític@s y honest@s.
Porque como dice Milton en su comentario, también nosotras tenemos que cambiar nuestro modelo de elección de pareja y ciertos aspectos educacionales que nos ponen en evidencia. Como él dice, es muy llamativo el rechazo del texto por parte de los hombres y la clara aceptación por parte de las mujeres, ¿no?

Por lo demás, Milton, las revistas “femeninas” son una absoluta aberración y una deformación de la esencia femenina; efectivamente las detesto y son infinitamente machistas.


Anónimo:

No acepto que se sitúe el machismo y el feminismo a la misma altura moral; es algo que incluso me cabrea. Te recuerdo que la búsqueda de y lucha por la IGUALDAD entre hombres y mujeres se llama FEMINISMO!!

Anónimo dijo...

yo creo que la biología no es más que otra poética, una forma de decir algo sobre los cuerpos, los sexos. Pero en verdad ni los cuerpos ni los sexos están fuera de las palabras. No son "hechos" con tales o cuales atributos. Tampoco "verdades" asentadas. Tampoco son dos: son tantos como se puedan decir. Y siempre se dice más; más de uno, más de dos... En el fondo, toda esa poética biológica (y no lo digo despectivamente: todo lo contrario) no hace más que intentar decir lo que no se puede decir. Lo que se escapa siempre a las palabras. Cada palabra, biológica o no, falla, porque tiene su cuerpo y su sexo pegado, sin poder decirlo del todo, pero sin poder dejar de intentar decirlo también.

No tienes qué pedir perdón por ningún "rollo". Me encanta tu blog y me encanta que podamos debatir.

Me parecen muy acertados tus comentarios no sólo a mi post, también a los otros.

Anónimo dijo...

Soy Ana, se me olvidó decirlo.

Kayele dijo...

La biología es tremendamente poética, así como la vida y la naturaleza son puro arte... no somos conscientes de lo superior que es a l@s human@s en cuanto ingeniería, diseño, innovación, creación y belleza...

Por otro lado, la ciencia es la búsqueda de la "verdad objetiva", por eso tiene un gran valor.

Yo no quiero renunciar a mi identidad femenina... y buscar el fundamento de esta identidad me ayuda a comprenderme mejor a mí misma. Al final es una búsqueda filosófica...

Anónimo dijo...

Nadie te pide que renuncies a tu identificación femenina (sea lo que sea eso, con todo respeto). Repito que yo entiendo el feminismo y el género como la posibilidad de encontrar las subordinaciones femeninas.

El argumento de los trans cuestiona mucho esa esencia femenina que pasa por el cuerpo.

Por otro lado, las ciencias sociales y humanas renunciaron hace mucho tiempo a una "verdad objetiva", que no significa que sean sólo "verdades subjetivas", tan sólo que no hay posibilidad de llegar a la verdad.

Saludos,

Ana

Kayele dijo...

Esa es la gran diferencia entre la las "ciencias puras" y las "ciencias sociales"... por eso me quedé con las primeras, las segundas me volvían loca
:-)

Anónimo dijo...

Atreides:

Soy el de que te llamó enterada en el post anterior.

Me gustaría identificarme de mejor manera, pero soy una persona reservada.

Discrepo tanto con tu forma de pensar...

Para mí, de entrada, tratar un asunto haciendo distinción entre hombres y mujeres es un error fatal, que lleva ineludiblemente a la crispación de unos o de otros. Y es que estás haciendo juicios de valor en función del género; creo que generalizas demasiado.

A mí no sólo me caen mal las mujeres de carácter áspero sino que los hombres así tb me caen mal. Entonces ¿Soy misántropo? No pude leer el artículo más allá de las primeras líneas. Me pareció demagógico de entrada.

Respondiendo a tu pregunta:

A mí me gustan las mujeres que no son cínicas conmigo, no hace falta que me den mucha importancia, pero en según que momentos, el sarcasmo y el cinismo sobran. Que no le den la vuelta a la tortilla cual policía en un interrogatorio (todo lo que diga podrá ser utilizado en su contra). Más que que me de cariño que me corresponda, simplemente). Que sea inteligente (ser inteligente no es lo mismo que creerselo) lo valoro bastante pero me basta con que tenga inquietudes morales o espirituales. Y, por supuesto, que me entre por los ojos (ahí cada cual que especule sobre mis gustos); por definición, si la chica me gusta tb me tiene que parecer guapa ¿o no?

Como mujer brava que eres seguramente es que intimidas a los hombres, además serás guapa, seguramente. Lo más seguro es que los hombres sientan que les pones el listón muy alto. Lo de encontrar pareja a mí tb me cuesta, pero no voy a reflexionar sobre ello aquí, tengo mis teorías. A lo mejor es que aspiras a estar con tíos que están "por debajo de tí" sin darte cuenta y estos te rechazan porque te ven muy entera. Todo el mundo ha pensado alguna vez, uff esta mujer (u hombre) no es para mí. A lo mejor a ti te pasa eso con los tios; y paradojicamente tu piensas lo mismo de los tíos con los que podrias estar porque piensas que "son mucho para tí". A lo mejor los demás no te ven como tu crees que te ven ni como tu te ves a ti misma. Me apuesto algo a que confundes la timidez de los tíos con machismo, a mi me pasa lo análogo, y es desesperante porque ciertamente parece que te estén rechazando o menospreciando. Por ejemplo, cuando uno habla con una chica que tiene novio y siente como cierto rechazo, a lo mejor es porque uno le parece muy atractivo, y no quiere enamorarse de uno y traicionar a su novio, esas cosas pasan. Pero siempre puede ser que tus ideas les parezcan muy radicales, XD.

Por cierto yo tb soy de ciencias puras, ingeniería en realidad. Pero tb me gustan las otras. Yo veo las ciencias sociales como juegos de palabras que nos ayudan a describir la realidad (en cierto modo) pero no como nada que se deba tomar al pie de la letra. Ciao

Anónimo dijo...

Atreides:

Ana, las ciencias puras deberían de hacer lo mismo. Para mí, la física o las matemáticas nos dan reglas de proporcionalidad pero no "verdades objetivas". Es decir, yo puedo nombrar el teorema de Pitágoras y hallar la medida de una escalera, pero dicho teorema no me va a explicar el propósito de la misma. Es como preguntarse ¿qué es la materia? Es que acaso alguien ha estado en un universo que no sea de materia para responder a esa pregunta. Alguien podría decir, la materia es lo contrario del vacío pero ¿Que es el vacío? ¿Lo contrario de la materia? Es dar vueltas en círculos. Las ciencias puras deben buscar la "verdad objetiva" pero sabiendo que es imposible. Yo lo llamaría "verdad empírica" o contrastable, "verdad objetiva" suena como a "verdad verdadera de la buena", me suena a dogma religioso.

Anónimo dijo...

Atreides says:

Las 3 mujeres que creen que impera un machismo de subterfugio desean el poder que inconscientemente le atribuyen al hombre machista y no pueden ver más allá de esta clase de hombre. Odio ponerme freudiano.
No creo que tengan tanto poder.

100 mujeres muertas al año (o eso dicen) a manos de sus parejas es un pésimo estimador para una población de más de 40.000.000 de habitantes.
Y, cómo en boca cerrada no entran moscas y en este país sólo se puede ser políticamente correcto si eres hombre (sí eres mujer puedes decir y/o insinuar lo que te de la gana) acabo con otro refrán: el cree todo lo que oye acabará juzgando lo que no ve.
Creo que no tengo (o no puedo) decir nada más al respecto.

Kayele dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Kayele dijo...

Atreides:

no sé si eres consciente de que poniéndote a la defensiva solo demuestras que te sientes aludido. Y puede que tengas razón en algunas cosas de las que dices, pero hacer apología de la violencia doméstica (porque 100 son sólo las que mueren, no incluye a las que son agredidas, violadas, apalizadas... ) te descalifica a tí mismo; y te digo una cosa: 100 es significativamente diferente de cero a la luz de cualquier estadística.
Algo que para tí es un mero estimador.

Y si hablo de machismo tengo que distinguir entre hombres y mujeres, porque el femenino y el masculino son los clásicos roles anquilosados de los que estoy hablando y de los que much@s queremos deshacernos; no me parece tan grave, no pasa nada; y mi intención es hacer reflexionar a la gente que lo lee, no atacar. Y tú no has querido reflexionar, te has puesto a la defensiva.
Yo no he insinuado nada, lo digo todo bien clarito.

Nothing dijo...

No importa el poder.... no es un campo de batalla, ni de luchas ni competencias esta vida. Yo me inclinaria mas al lado femenino, tradicionalmente asociado a las mujeres y el cual es culpabke de decepciones y soledad para el hombre: no entendido, discriminado,asociado con algo en función de lis derechos de la mujer