Me maravillo cuando encuentro a un hombre que me asevera… “si yo no soy machista… ni lo contrario, tampoco soy feminista”… (esto también me lo han dicho unas cuantas mujeres, por cierto); aquí es donde siempre me pregunto a qué se refiere con lo contrario (¿?).
Normalmente tengo que redirigir a mi interlocutor hacia la RAE o cualquier enciclopedia al uso para que al final admita vehementemente que es feminista, mucho. Muchísimo.
El que más.
Sin embargo, durante una conversación, una discusión, un debate real… con este hombre imaginario tan feminista (que puede tener cualquier edad y rango social)… él te habla como con un atisbo de superior timidez, no se arranca del todo; no discute contigo como con otro hombre, con fiereza, con pasión; no te considera un contrincante; y no porque te dé la razón, como a las tontas (que a veces también lo hace), sino porque, con una palmadita en la espalda, te expone, como a una hija, cuál es su verdad sobre un asunto, con una actitud inflexible y paternalista no exenta de cierta ternura; o sencillamente, y como de soslayo, ignora tu opinión por completo, te ningunea; o te mira como diciéndote… “qué sabrás tú” (si hay “confianza” incluso te lo espeta). Si tu argumento es absolutamente aplastante y no tiene más remedio que claudicar, simplemente te concede la razón (difícilmente lo hará en otro caso); digamos que bajo socapa te da su visto bueno (“gracias, oh, ser supremo”). Aprobada… o no.
Hay hombres.
Y hay ambientes… en los que hay que pasar muchas veces por este tipo de situaciones, incluso repetidamente con las mismas personas, para llegar a merecer la misma consideración (laboral, social, política…), confianza y respeto que un hombre. Tarea homérica, cotidiana y muy cansina; a mí, personalmente, me exaspera.
Esto es lo que he dado en llamar Condescendencia Machista, que se presentaría a niveles variables en diferentes personas, pudiendo ser desde inexistente (y conozco casos) hasta muy pronunciada (y conozco casos). Forma parte de un conjunto de rasgos que estoy indagando y que constituyen el Machismo de Subterfugio; rasgos nada fáciles de detectar en el comportamiento, por su carácter sutil, pero que contribuyen a generar una actitud o entorno sexista.
Creo que cierto grado de Condescendencia puede también presentarse en mujeres machistas, que desautorizan más fácilmente a una mujer que a un hombre y le exigen mucho más a todos los niveles (físico, personal, emocional, profesional).
Revisa tu alrededor y dime cuánto encuentras de Condescendencia Machista… mira en ti… Sólo limando estas pequeñas cosas, tan presentes en el día a día, conseguiremos una igualdad real.
Evidentemente, esto no es una acusación hacia los hombres en general*; sólo reflexiono sobre un problema de salud social que nos incumbe a tod@s, incluidos tú y yo.
Y tu opinión me importa.
* podría ser otro rasgo de Machismo de Subterfugio; tomar cualquier crítica a ciertos “roles de género” como algo personal, como un ataque a la propia integridad.