El otro día meditaba sobre el problema de la corrupción en España: los que se han llevado el dinero, los banqueros, los que se han apropiado de empresas públicas, los prevaricadores, los que han abusado de su poder o posición para robar un poco más... Y pensaba que si todos ellos devolvieran lo que se han llevado, aquello de lo que se han apropiado de forma ilegítima, todos esos millones, esas empresas, esas fincas recalificadas, los ahorros de los abuelos... pero también los folios sustraídos del despacho, las grapas de la oficina, los medicamentos de la clínica, las tizas de clase, los tubos del laboratorio, los platos del restaurante, el balón del gimnasio... si repentinamente todos devolviéramos a la vez las cosas que hemos sisado, así como al descuido.... ¡nadaríamos en la abundancia!
Obviamente no toda acción tiene el mismo impacto, ni las pequeñas sustracciones justifican los grandes desfalcos, pero esa manera de actuar forma parte del funcionamiento anormal de una sociedad que debería plantearse un poco más de autocrítica.